Introducción
El Papa Francisco ha convocado a un sínodo universal para toda la Iglesia que considerará ideas aportadas por el pueblo de Dios que peregrina en las diócesis de todo el mundo; así mismo, de modo reciente, Monseñor Gonzalo de Villa emprendió un proceso sinodal diocesano de varios años para la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala. En esta doble experiencia se hace esta pregunta: ¿Cuál es la relación de distinción y complementariedad entre estos dos sínodos?
Para poder dar una mejor respuesta a esta pregunta, es necesario tener claro qué es un sínodo.
¿Qué es un sínodo?
Un sínodo es básicamente una reunión de un gran número de personas elegidas o designadas para discutir y tratar cuestiones y/o situaciones, respecto a la Iglesia y el mundo actual. Sirven para ayudar (al Papa o al obispo diocesano) a tomar decisiones importantes en base al discernimiento que, a la luz de la Palabra de Dios y escucha al Espíritu Santo, se van presentando las propuestas pastorales para el caminar pastoral de la Iglesia.
Se trata de un esfuerzo de hacer una Iglesia (universal o local) capaz de revisarse, evaluarse y renovarse internamente para cambiar su modo de caminar, en mayor sintonía con las mujeres y hombres de hoy; y que ofrezca a los fieles la posibilidad de manifestar sus necesidades, sus anhelos y sus pensamientos.
¿Por qué un sínodo diocesano?
Porque se hace necesario un proceso en el cual el Pueblo de Dios que peregrina en una diócesis es convocado y reunido en nombre de Cristo, bajo la presidencia del Obispo, para discernir los desafíos pastorales actuales y buscar juntos los caminos que deben recorrer en la evangelización en el momento histórico que se vive.
La finalidad última del sínodo es potenciar la comunión y la misión, dándole forma a la Iglesia diocesana, indicando líneas de acción comunes para todos.
Continuidad entre sínodo universal y sínodo diocesano.
Ambos sínodos, tanto el sínodo convocado por el Papa Francisco en 2020 como el convocado por el Obispo Gonzalo De Villa en 2023 son importantes. El primero, tratará cuestiones que inciden en la Iglesia universal, mientras que el segundo, convocado por el Arzobispo de Santiago de Guatemala, se enfocará en la Iglesia Particular. De tal manera que, muchas de las líneas pastorales que brinde el Papa Francisco servirán en nuestro propio proceso sinodal, pudiendo ser un elemento iluminador y clarificador para nuestra pastoral que se concreta en la realidad socio-pastoral que vivimos, ambos sínodos se complementan para ser la iglesia que Jesús quiere para la época actual.
¿Quién participa en el sínodo diocesano?
La participación de todos se realizará en distintos niveles: comenzando por el de la Parroquia, quien debe favorecer el aporte de quienes están en ella como de quienes sirven en instancias civiles dentro de su territorio (personal de escuelas, centros de salud, comités de vecinos, centros universitarios, comerciantes, entre otros).
Esto se hará a través de consultas por medio de cuestionarios, instrumentos de trabajo y de asambleas parroquiales. Aquí será muy importante que nos involucremos todos: catequistas, consejos pastorales, facilitadores, multiplicadores, fieles que sirven en las pastorales y en pequeñas comunidades y demás servidores parroquiales. Incluso los ancianos y enfermos están llamados a participar con la oración para que el proceso dé los frutos que se esperan.
Aquí es de vital importancia la función del párroco como primer animador del proceso sinodal, y ser el promotor de la constitución de las asambleas parroquiales, necesarias para la participación de todos los fieles que lo deseen y de otras personas externas a la Parroquia.
En las asambleas diocesanas participan agentes que han sido elegidos por diferentes instancias (parroquias, movimientos, hermandades); otros, por el oficio pastoral que desempeñan (Vicarios Episcopales, Decanos, Canciller de la Curia, Rector del Seminario, Párrocos) o designados directamente por el Obispo.
A estos agentes sinodales se les confía la tarea de celebrar el Sínodo Diocesano. Es esencial que, en su conjunto se vea reflejada la diversidad de vocaciones, de ministerios, de carismas y funciones que se dan en la vida diocesana. El Obispo, sucesor de los Apóstoles y Pastor de la Iglesia diocesana convoca y preside el Sínodo; además, está llamado a ejercer el servicio de la unidad.
Actitudes y tentaciones de los agentes sinodales
Se destacan las siguientes actitudes de quienes participarán en las Asambleas Sinodales:
- Dedicar tiempo para compartir.
- La humildad en la escucha y la valentía en el hablar.
- Apertura a la conversión y al cambio.
- Realizar continuamente ejercicios de discernimiento comunitario.
- Abandonar los prejuicios que nos dividen y separan.
- Ser faros de esperanza, no “profetas de desventuras”.
- Desarrollar nuevos enfoques, con creatividad y audacia.
- Ser inclusivos y apreciar la variedad.
- Involucrarse en el proceso de principio a fin.
- Ser movidos por amor a Dios, al Reino y a la Iglesia.
- El compromiso en los procesos de operativización de las conclusiones pastorales de este proceso.
Si vivimos con estas actitudes esto nos ayudará a superar algunas tentaciones frecuentes en estos procesos:
- La tentación de querer dirigirnos a nosotros mismos en lugar de ser dirigidos por Dios.
- La tentación de concentrarnos en nosotros mismos y en nuestras preocupaciones inmediatas.
- La tentación de ver sólo “problemas”, y no apreciar dónde el Espíritu Santo está generando vida.
- La tentación de no mirar más allá de los confines visibles de la Iglesia.
- La tentación de perder de vista los objetivos del Proceso Sinodal
- La tentación del conflicto y la división.
- La tentación de escuchar sólo a los que ya participan en las actividades de la Iglesia.
- La tentación de hacer predominar las propias ideas y conceptos en lugar de abrirse y reconocer la validez de la opinión de los otros.
- La tentación de la indiferencia y el desencanto.
Espiritualidad del Sínodo
Es importante comprender que el Sínodo es un camino espiritual, pues no podría realizarse sin la acción del Espíritu Santo -verdadero protagonista de este proceso-, que nos guía en el caminar juntos.
Hacemos la petición constante para que ilumine nuestro proceso e indique los caminos que debemos seguir en este tiempo.
Algunos elementos que componen la espiritualidad del sínodo serían los siguientes:
a) Espiritualidad de la escucha del Espíritu (Palabra de Dios y en comunión eclesial)
b) Espiritualidad del discernimiento
c) Espiritualidad de comunión y participación
En primer lugar, se trata de “escuchar” al Espíritu Santo”, con una actitud de silencio y de oración; escuchar con atención la Palabra de Dios y hacer el ejercicio de escuchar a los hermanos, los cercanos y los lejanos en un sentido de verdadera comunión eclesial, de quienes participan en la Iglesia y de quienes son ajenos a ella.
Además, la espiritualidad de discernimiento que junto a los hermanos en la fe nos conduce a descubrir cuál es la voluntad de Dios. Eso es lo que queremos descubrir para el caminar de nuestra Iglesia arquidiocesana.
Y, por último, vivir una profunda espiritualidad de la comunión y la participación que proceden de la dignidad bautismal y que compartimos todos los creyentes.
Tiempo de escucha: las asambleas y su importancia
La primera etapa del II Sínodo Arquidiocesano, llamada “encuentro y escucha”, para ello, es fundamental la realización de las Asambleas parroquiales y de movimientos. Este primer paso tiene como finalidad el discernir y reflexionar sobre el “entorno” social en el cual vivimos y nos desenvolvemos. Aquí, la materia de diálogo y escucha es la realidad social que se vive y afecta el caminar de nuestro pueblo y comunidades.
Además, se tendrá el mismo proceso sobre el “contorno” eclesial, es decir, la realidad que se vive dentro de las distintas instancias eclesiales en sus cuatro dimensiones: comunión, kerigma, liturgia y caridad o proyección social.
Por otro lado, las asambleas nos permitirán convocar a un mayor número de miembros de la comunidad para que aporten, se escuche su punto de vista, y contribuyan a una visión más objetiva de nuestra realidad pastoral.
Asambleas por Decanato y por Vicaría
Después de haber realizado las “asambleas parroquiales y de movimientos”, tendremos la oportunidad de compartir a nivel de decanato la experiencia que vivimos en el primer nivel.
No hay duda que, abrirnos a una instancia más amplia (decanato o vicaría), permite visualizar la realidad de una manera más objetiva, pues el “entorno social”, que nos afecta tiene elementos comunes que compartimos y a los cuales deseamos responder desde la pastoral; y el “entorno” eclesial que vivimos, igualmente posee elementos que todos en comunidad compartimos y que anhelamos integrarlos en un proyecto pastoral, todo esto en vistas a un proyecto en conjunto y favorecer el servicio pastoral en zonas pastorales más amplias.
Metodología del discernimiento espiritual
Así como lo han propuesto en el Sínodo Universal, la dinámica sugerida tiene un profundo matiz espiritual, pues es un proceso que lleva adelante el Espíritu Santo y que va marcando las pautas a seguir y las decisiones a tomar. Los pasos son los siguientes:
a) Preparación personal: silencio, oración y escucha de la Palabra de Dios.
b) Tomar la palabra y escuchar: cada uno toma la palabra a partir de su propia experiencia, en oración y escucha atenta la contribución de los demás.
c) Hacer espacio a Otro y a los demás: Cada uno comparte su experiencia de Dios, lo que han dicho los otros, saber qué es lo que más resuena y donde hay más resistencia, guiados siempre por el Espíritu Santo.
d) Construir juntos: Se trata de dialogar juntos de lo que ha surgido anteriormente, para discernir y compartir las voces frecuentes que nos sugiere el Espíritu Santo.
e) Oración final y agradecimiento Sobre esta dinámica de la conversación espiritual, se compartirá material, especialmente en la segunda etapa del Sínodo (etapa de discernimiento).
¿Cómo escuchar a todos?
En la fase diocesana realizamos ya un primer intento de saber “escuchar a todos”, recordemos que el Sínodo nos invita a sabernos escuchar entre nosotros (sacerdotes, laicos comprometidos, agentes de pastoral, grupos, movimientos, pastorales), sin olvidar que podemos escuchar las “periferias”, a los más alejados, a quienes viven fuera del ámbito de la Iglesia, a los profesionales, a los más pobres, con el cuidado de no dejar de escuchar a los excluidos y que corren el riesgo de pasar sin atención en esta experiencia del Sínodo. Procurar un verdadero ejercicio de sinodalidad no solo de quienes estamos dentro de la Comunidad eclesial, sino de toda persona que tiene “algo o mucho” qué decir e iluminar nuestro caminar pastoral desde su vida, experiencia y formación.